martes, 9 de agosto de 2011

El sutil crepitar de una pitada en esta noche
es el suave y único susurro
que agita irreversiblemente la quietud.

Una máquina arcaica espera sobre una mesa
reteniendo entre sus fauces
una hoja amarillenta,

y si he de ir a su encuentro
se que de sus gastadas teclas
escapará, esta noche, el estruendo
que deshace la mudez.

El silencio

ya no será el mismo.

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